martes, 29 de enero de 2013

Fanatismo y complicidad

(este es un artículo escrito y publicado por www.droblo.es ) 


No sé si recordáis la película “Acusados” de 1988, protagonizada por Jodie Foster. Ella es violada en un bar y su abogada pierde el juicio contra los violadores, y entonces decide acusar a los que vieron lo que pasaba pero no hicieron nada. Seguro que muchos espectadores estaban deseando que aquellos que, sabiendo lo que estaba pasando y no lo evitaron, fueran castigados. ¿Alguno era católico? Porque se sabe, y no es de ahora sino de hace décadas, que obispos conocían que sacerdotes abusaban de niños y ninguno de ellos fue a la policía a denunciarlo y en muchos casos no ejecutaron mecanismos para que no lo volvieran a hacer. Y siguen en sus puestos, básicamente porque nadie dentro de la iglesia –desde el papa a los feligreses- ha exigido responsabilidades por ello, ¿No es muy duro sentir indignación por una víctima ficticia de una película pero no por las víctimas reales?

Me acabo de leer un curioso libro –“Los herejes”- que se compone de dos relatos escritos por el también pintor Humprey Slater, un autor cuya trayectoria vital y política guarda muchas semejanzas con George Orwell: ambos estuvieron en la Guerra Civil española como brigadistas y ambos acabaron desencantados con el comunismo. Hacia el final del libro hay un personaje que resume muy bien lo que yo llamo fanatismo: como millones de comunistas europeos durante años fue antifascista y por supuesto antinazi, criticó a Hitler, apoyó las purgas de Stalin que acusaban a miembros del partido de connivencia con el enemigo y de repente, cuando se hace público el pacto de amistad nazi-soviético en 1939 por el que acordaron entre otras cosas repartirse Polonia pocos meses después, de repente ya Hitler no es tan malo, y la alianza de Stalin con él era “en pos de la paz”. Es decir, está con Stalin haga una cosa o la contraria. Como les pasa a los “hooligans” del fútbol o de la política actual, la misma falta o el mismo caso de corrupción es justificable depende de quién lo haga.

La iglesia como institución, y como tal debe criticarse, ha estado décadas ocultando la pedofilía y pederastia de muchos de sus miembros, trasladando sacerdotes acusados de unas diócesis a otras e incluso dando cobijo en el Vaticano a imputados. ¿Que ahora quieren cambiar, que ahora el Papa admite "pecados" dentro de la iglesia? Perfecto, nunca es tarde si la dicha es buena, pero eso demuestra que han estado décadas haciendo las cosas de un modo incorrecto. Y lo peor es que el católico de a pie lo acepta todo sin exigir responsabilidades. Lo acepta todo mientras proceda de la iglesia: no le preocupa que durante años se haya comportado como institución no sólo de forma moralmente reprobable, incluso ilegal, amparando a delincuentes peligrosos socialmente, y ahora va ¡Y acepta lo contrario!

Lo duro es que lo que ha llevado a la iglesia a ese supuesto cambio no fue algo que surgió ni de sus corazones ni de las voces de los millones de católicos gritando: “¡No quiero ser cómplice!” Estoy enfadado, indignado con los católicos, ¿Cuántos niños han recibido abusos porque los fieles no realizaron una campaña desde dentro para dignificar la institución hace décadas? Igual que pasó con Lutero y el protestantismo, tuvo que venir un rupturista para que la iglesia se reformara por dentro y comprendiera que no podían comprarse y venderse bulas por ejemplo. Pero, repito, tuvo que venir alguien de fuera. 

En el fondo da igual que los pederastas sean 1 o 1 millón, el problema es que una institución que se dice inspirada por Dios y dice estar al servicio del ser humano para no ensuciar su imagen ha amparado el delito y la corrupción. Y por desgracia, no son los católicos los que han exigido responsabilidades, eso es lo más triste, han demostrado ser tan fanáticos como los que apoyaban a Stalin cuando hacía algo y meses después lo contrario, como cuando un católico castiga el divorcio pero apoya la anulación matrimonial si lo decide el tribunal de Rota. Sólo que además en este caso es complicidad con un delito. Delito por el que nadie está en la cárcel, ¿Por qué? ¿Es que el código penal no deben cumplirlo los eclesiásticos?

Otra semejanza con Orwell y su obra más famosa, 1984, es que la iglesia justifica actitudes asumiendo que han existido siempre, manipulando la historia –como Stalin- y como la gente no estudia, asume que el celibato de los sacerdotes ha existido siempre (falso), que el dogma de la virginidad de María también (falso) o que el espíritu santo interviene en la elección del papa (si no es falso, es que el día que eligió al papa Borgia por ejemplo estaba ausente). Desde que la iglesia católica se convirtió en la oficial del Imperio Romano ha demostrado que su principal objetivo es su supervivencia y el mantenimiento del máximo poder, de la máxima influencia posible, peleándose por ello con científicos, políticos y contra la propia evolución de la sociedad, quedándose por ello en los últimos siglos continuamente detrás de los avances sociales. Por eso aún hoy es machista y homófoba y por eso ha valorado más su imagen y su prestigio que la justicia y la dignidad de las víctimas en el caso de los abusos sexuales a niños por parte de sacerdotes y la labor de encubrimiento y complicidad de la jerarquía.


   Dejando la Historia, católicos: si exigís cárcel para un abusador de niños que no sea sacerdote, si viendo una película sentís que los cómplices de un delito sexual deben ser castigados, si los propios culpables ahora reconocen que se han equivocado durante décadas, ¿Por qué aceptáis los errores y pecados de vuestra iglesia -¡que es tan soberbia de autodenominarse SANTA!- sin protestar? ¿Acaso os da igual? Porque es lo que parece.