lunes, 21 de octubre de 2013

Una reflexión sobre la sharia

Daniel Pipes:
La evolución de la Iglesia Católica, desde su reaccionarismo medieval a su incardinación en la democracia, se ha prolongado por espacio de 700 años y aún no se ha completado definitivamente. Si una institución radicada en Roma necesita tanto tiempo, ¿por qué una religión que tiene por foco La Meca y trufada de textos problemáticos va a avanzar con más rapidez, o con menos controversias?
Que el islam aliente la participación política representa un giro colosal, sobre todo en lo relacionado con la sharia, su código legal. Elaborada hace cosa de un milenio en un contexto cuasi tribal y administrada en unas circunstancias muy distintas a las actuales, la shariacontiene numerosos elementos absolutamente inaceptables para cualquier sensibilidad moderna, empezando por las antidemocráticas ideas de la imposición de la voluntad divina por sobre la gente, la yihad bélica como medio legítimo de expandir el poder de los musulmanes y la superioridad tanto de los musulmanes sobre los no musulmanes como  de los hombres sobre las mujeres.
En resumen, la sharia, interpretada de manera clásica, no es compatible con la vida moderna en general ni con la democracia en particular. El hecho de que los musulmanes abracen la participación política significa que rechazan lo dictado al efecto por la sharia, como hizo Ataturk en Turquía, o bien que la están reinterpretando.
El islam sigue cambiando, por lo que es un error insistir en que la religión tiene que ser como ha sido en el pasado. En palabras de Hasán Hanafi, de la Universidad de El Cairo, el Corán es “un supermercado en el que uno coge lo que quiere y deja lo que no quiere”.

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